La Universidade de Vigo busca el potencial del erizo de castaña como recurso energético

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Cuando llega la época de otoño, la recogida de la castaña se convierte en una actividad habitual en los montes gallegos. Pero, en este proceso de recolección, ¿qué ocurre con los erizos de castaña? 
 
Debido a la falta de utilidades de este residuo, Raquel Dopazo, Luis Ortiz y Daniel Vega, investigadores de la Universidade de Vigo, profundizaron en la búsqueda de algún uso posterior, centrándose en su posible valor energético. Como explica Luis Ortiz, “se trata de un material que una vez tratado y quemado deja bastante brasa por lo que su empleo energético es bastante viable”.
 
La investigación nace de una colaboración con la Asociación de Propietarios Forestales de Santiago, que se encuentran inmersos en un programa de desarrollo de venta de castañas en el extranjero. En este contexto “además de normalizar la comercialización del producto en el mercado europeo, surgió la posibilidad de realizar una valoración energética de todos los residuos que se generaban en la explotación de la castaña”, aclara Ortiz. 
 
De este modo, desde la escuela procedieron a comprobar su poder calorífico. A partir de varios sacos facilitados por la asociación, los investigadores escogieron una serie de muestras para analizar. Para esto, dejaron secar el erizo de la castaña durante dos semanas al aire libre para posteriormente comenzar a tratarlo con trabajos de reducción “para que fuesen más manejables”. 
 
Después molieron el material en diferentes grados para realizar unos estudios granulométricos “bastante intensivos” tomando como referencia una gran variedad de parámetros como humedades, densidades, poder caloríficos o contenidos en cenizas. Una vez triturado y quemado “el material deja bastante brasa, obteniendo un poder calorífico final más o menos parecido al de la madera”. 
 
Importancia del proceso de secado
 
De todo el proceso, adquiere especial importancia el momento del secado, porque “vimos que se trata de un material que nace rodeado de mucha humedad, lo que hace necesario un tiempo de secado suficiente para que se pueda emplear con garantías y buenos resultados”. Por eso a la hora de tratar la muestra, establecieron una unidad de equilibrio en cuanto a la humedad del erizo, “que se alcanza sí o sí, independientemente de las condiciones atmosféricas del lugar”. Reconocen además que es la primera vez que trabajan con este tipo de producto “porque es una biomasa muy específica con unas características de tamaño y con unos pinchos que lo hacen muy difícilmente utilizable de forma directa”.
 
La relevancia de esta investigación reside en que el coste que implica gestionar el residuo del erizo se puede reinvertir en el propio proceso de producción de la castaña. “Se emplearía, por ejemplo, en el proceso de secado de la propia castaña, reduciendo los propios costes del proceso de gestión de venta del propio producto”, apunta Ortiz.
 
Recomendaciones prácticas
 
El equipo de investigación aprovechó las muestras estudiadas para realizar pruebas de combustión del erizo de castaña con otros materiales más habituales, pues “quemado solo puede dar problemas a las calderas a largo plazo”. Por eso, tomando como referencia una proporción determinada de erizo, buscaron una mezcla adecuada “que no genere problemas a la hora de gestionar la instalación de combustión”. 
 
(Fuente: DUVI)